lunes, 4 de abril de 2011

I´m lovin´ it.


En el cine,  Mc Donald´s ha sido protagonista de más películas que Marlon Brando. Las estadísticas, (el eterno vicio de  América) dicen que en la literatura estadounidense aparecen más referencias a ese emporio que al  famoso Cañón del Colorado. En el país de donde vengo, cuando se habla sobre  Mc Donald´s,  la mente se acondiciona de inmediato a la idea de que es algo que has visto en el cine, pero que al igual que, vamos a ver, pasar una noche en la misma cama donde duerme Scarlett Johansson, no sucederá jamás. Porque, bueno, está todo eso de Fidel Castro, y lo de su hermano, y la  alergia severa de ambos a todo lo americano. Dicen que cuando un oficial del Servicio de  Inteligencia cubano en Rusia  envió un cable cifrado informando que se había inaugurado un Mc Donald´s en la Plaza Roja de Moscú, a pocos pasos de donde Vladimir Ilich Lenin descansaba pacífica y -(al buen decir de mi abuela, que por cierto, se llamaba América)- “momificadamente”, se juraron que jamás permitirían en suelo cubano una de esas cafeterías que mercan con la panza de la humanidad. En una recepción ofrecida en honor del embajador la isla de Tonga, (señor mulato, regordete él, que además de un saco Armani, vestía una falda hasta los tobillos, costumbre de por allá) Fidel Castro, con la primera copa de la noche en la mano, un brazo sobre los hombros del sudoroso embajador,   expresó que sería el equivalente de permitir que los marines desembarcaran en la Habana. Ya a la medianoche, varias copas sumadas a la primera, el legendario barbudo dijo que “el representante de Mc Donald´s que venga a Cuba, será considerado invasor, y le vamos a tirar con todo”.  Se volteó a un lado, y vió una nalga sobresaliendo de una falda. Puso el vaso de Havana Club sobre una mesita, y le pegó una nalgada. El resto de la persona a la que pertenecía la nalga se volteó, mostrando el rostro furibundo del representante del rey de Tonga. 
Pero para mí, a partir de hoy, la cafetería insignia, madre del fast food y el Quarter Pound, tendrá  el significado de la realidad palpable. Con mi uniforme planchado y oloroso a nuevo, entro a mi primer día en Mc Donald´s. Un jefe que parece haberse comido todas las hamburguesas del mundo,  nos explica a mí y a otro cubano que también se estrena  hoy que, por ejemplo, no se puede regalar comida o te despido, no se puede tocar la comida con la mano o te despido, no puedes tomar descanso a no ser para almorzar, o te despido, no te limpies la nariz, no te quites la gorra mientras trabajas, no hables cerca de los alimentos, tienes que lavarte las manos mínimo cada 25 minutos, y cada vez que te toques el cuerpo, o para tocar productos diferentes, y bla, bla, bla, o te despido. Nos llevaron a una oficina donde hay un televisor. “deben ver este video y hacer los tests que aparecen ahí”. Papeles y lápices. Pantalla azul primero, y después la historia de cómo a un señor muy viejo se le ocurrió que si vendía comida cocinada al instante, con lo agitada que era la vida en los años 50, (já, no veas ahora, cabrón), sacaría una fortuna, luego le agregó una vía para los carros, y la gente comía sin detenerse, como sin detenerse se llenaron los bolsillos del viejito, que empezó a comprar casuchas a precios de risa, y convertirlas en cafeterías por todo Estados Unidos, y a crear platos de acuerdo a las costumbres de cada región, y ya las cafeterías no cabían en la nación de Lincoln, y se desbordaron por México y párriba, pá Canadá, Europa, y ahora en China, que antes no nos podían ni ver y ahora tragan alitas con arroz y cheese burger como cualquier gringo que se respete. De pronto pasan a lo actual, y aparece cada menú, y para freír hamburguesa regular, pones el reloj de la freidora en 48, y los guantes te los pones, los usas, los tiras y te pones nuevos, y si no estás haciendo nada limpias, o friegas, o botas basura, o descargas un camión, y ya me veo friendo Mc chickens y papitas, entonces aparece otra vez el viejito del video y  dice que le fría una Quarter, y una muchacha lo toma de la mano, jovencita, y se detiene frente a mí, y carajo es Scarlet Johansson que me pone la mano en el hombro y me sacude, y abro los ojos asustado y el jefe gordo dice dale carajo que hay que hay que dejar la instrucción y dale a freír. Cuando me da la espalda oigo que dice fuckin lazy no llevan  una hora y ya están durmiendo… me ponen frente a una freidora donde lanzo una bolsa de eso que llaman crispy, y en el aceite caliente se hace espuma que se sale de la  sartén y salpica mis zapatos y el pantalón acabado de estrenar. La máquina empieza a pitar. Sácalos, ponlos allá. Ahora fríe pescado. Aceite en los zapatos. Limpia esta máquina. No te olvides los guantes, y veo de soslayo al otro cubano tratando de despegar a golpes una rueda de hamburguesas congeladas. El jefe gordo mirándolo con ojos torcidos. Un golpe contra el fogón. Otro. Una hamburguesa se separa a la velocidad de la luz  y desaparece rumbo a los pies del jefazo. Otro golpe, y la rueda compacta se hace circunferencias separadas de carne. Al cubanito le queda una sola en la mano, la mira con rabia y triunfo a la vez, como si fuera una persona, y le grita : ¡¿te vas a romper o no cojones?!  El gordo me señala con el dedo, “fríe alitas de pollo, después limpias aquí”. El   cubano gritón va camino al fregadero. Desaparece en el fondo de un pasillo. Siento agua correr y trastes que se mueven. Regresa a donde estoy y me dice al oído. “Loco, la estiba pá fregar llega al techo. El tipo que fregaba en el video nada más estaba lavando un plato”. Hace una pausa, suspira, mira al piso y luego a mí. “Si hay una cosa que me encojona es que me digan mentiras”, y se va a seguir fregando. Mido lo incómodo que está por el ruido de las vasijas que lanza de un lado a otro.   Fríe, lava el piso, trae bolsas para la basura. Limpia las mesas, pásale este producto a los refrigeradores en la puerta pá que brillen. Le paso, y de verdad brillan, pero cuando el líquido se seca se ponen borrosos, como si les hubieran arrojado agua con tierra. Le paso otra vez, y ahora están peor. Alguien con experiencia me ve, se ríe y toma el paño que llevo en la mano. Lo pasa suavemente por la puerta niquelada del refrigerador en una sola dirección, una sola vez. Magia. Brillo sin igual. Me entrega el paño siempre sonriendo y yo trato de imitar su ejercicio de limpieza mientras refunfuño metódicos de mierda que en Cuba nada más pasas el trapo para todos lados y ya está limpio, y de que se ríe este idiota… entonces el jefe me toma por el brazo y me lleva a una ventana donde hay una muchacha que me explica rápido como funciona una maquinita extraña para cada menú que te piden, me coloca un par de audífonos sobre la cabeza y ya,  good luck dice, y se va a almorzar. Asomo la cabeza por el hueco de la ventana y miro afuera. Hay una calle. Veo otra cabeza fuera, en otra ventana junto a la mía. Es el colega cubano, también con un par de audífonos. Un chasquido en mi oído. Reacciono y empieza la odisea:
-       Guelcon tu mac donal, ¿mey ai jel yiu?
-       Sorry? Responde una voz  masculina.
-       Can ai jelpyiu?
-       Ah… yeah… I Want  order  chicken wings, ten pieces, and… fries, and… for my girlfriend, please, ice cofee… with hazelnut, please. And… crispy chicken… so, we want asian salad… two, please.
-       Sir
-       Yes?
-       Sei eguéin.
-       What!!!
-       Say again, please.
-       But…
-       Say again!!!
-       Allright, buddy, (escucho que le dice a su novia (oye, Lizzy, que pasa aquí, estos tipos están bromeando o qué). Silencio.
-          Sir –me pregunta- Is this Mc Donalds? – es una pregunta idiota.
-       Claro, comemierda, this is Mc Donalds.  Du yu guán enifing?
-       Eh… What?
-       Do yiu guán sonfing?!
-       Eh… just  two cheese burgers, and soda.
-       Cola, o esprite?
Oigo en el audífono que le dice a la novia “Umm, I do not believe is mc Donalds here”. La chica dice “of course stupid, you can see the logo  from a mile”. 
En eso oigo al otro cubano en la ventanilla de al lado, que grita “¿yiu guanna papita frita?” se hace una pausa, y vuelve a hablar mientras mueve las manos, como si el cliente estuviera frente a él. You dont nou uat es papitas? Es french frain. ¿Qué no sabes qué es, yiu don nou coño? Lucadimeniu. ¿Ehh? El menú cojones, luka in di meniu. Uát sai in di meniu? No, I dont guanna yiur signo… y que me importa si eres piscis, te pregunté guat sai the meniu. Qué!!! ¿Que yiu living, te vas, tá bien, no comas nada, allá tú… ¿manager? ¿y a mí que me importa que hables con el gordo ese, tú, chivatón de mierda?     
Chasquido en mis oídos.
-       Jelóu, uelcon tu mac donals.
-       Eh… hello, what  kind of fountain drinks do you have?
-       Cojones…
-       Say again, please?
-       Guán sécon, plis. Oye, cubano (llamo al otro), esa funtin drink, ¿que es eso?
-       Soda.
-       ¿Es soda, y porque este no me lo dice? Hey sir, juay yiu no sei soda? We jáf peksi, cocacola, Dr peper. Or du yiu guán melocotón?
-       Melocotón? Who´s that;  the manager?. No, I dont want to see the manager. Tell Mr Melocotón that I Want  a   large  Pepsi.
Entonces el gordo llega y dice, cubanos, a limpiar las freidoras, entrego feliz el audífono, y allá voy. El aparato echa humo. Raspo con una espátula, no se despega una costra ennegrecida. Me inclino para alcanzarla bien, y siento  como se me asa el antebrazo, sí, eso que le dicen forearm. Salto hacia atrás, me echo agua. Pero viene el jefe y sigo raspando, aunque en la quemadura siento como si hubiera alguien barrenando con un taladro. Sudo y raspo, raspo y sudo. Alguien me toca en el hombro y es el gordo. Terminamos. Carajo, como se fue el tiempo. Me duelen los pies, la espalda, la quemadura del brazo. Pedimos el almuerzo. El jefe nos llama a su mesa. Quiere decirnos algo. Habla mientras comemos. “Ustedes trabajaron duro hoy, eso es bueno. Hicieron muchas cosas”. Mastica. Tiene pollo colgando del bigote. “Vuelvan mañana temprano. Pero tienen que resolver dos cosas” Nosotros nos miramos asustados.  El gordo, que hasta ahora había hablado un inglés  de Cambridge, entrecerró los ojos y dijo en español, o bueno, en cubano.
-       No vuelvan a ofender a la gente que viene a comprar para que yo les pueda pagar a ustedes. – entonces señala mi antebrazo-  Y tú, un tatuaje recién hecho es foco de infección. Mañana te lo tapas. ¿Tá claro? Se levanta, y mientras se va yo miro mi  antebrazo. Tengo una quemadura. Mejor dicho, un tatuaje. Me lo hizo la freidora. Ya empiezo a perder la piel, y se puede leer claro.
Dice “Mc Donald's, I´m lovin´ it”. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario