Padre nuestro que estás en el cielo
tan lejos que mis ruegos
te llegan con toda una vida de retraso.
Ruega por nosotros
culpables de necedad y optimismo
contagiados de insolencia
crónicos enfermos de esperanza.
Sálvame del dolor
que vive en los ojos de los otros
y de la palabra negra o blanca;
no de la que he dicho, sino de la que guardo.
Júzgame
no por mi huella en el polvo
sino por el paso que no dí;
no por la herida de mi hacha
sino por la semilla que no sembré.
Guárdame
del hermano del castigado
que se sienta sin lágrimas
a la mesa del castigador.
Líbrame de todo mal,
del abrazo hipócrita,
de cuanta lágrima y dolor
he repartido con mis manos.
Dame fuerza
para comprender a tiempo
que se dice "la otra mejilla",
y no "la mejilla del otro".
Quítame el pan, la risa, las flores,
mas no quites la venda de mis ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario